El ser humano es, sin duda, singular por muchas cosas. Es singular porque, entre otras cosas, es capaz de reflexionar sobre su singularidad, sobre su cuestión, sobre su estado en el mundo. Hace poco tiempo pude escuchar una de las caracterizaciones distintivas del ser humano respecto a cualquier otro ser que más creo acertada. La mente humana es única sino en su composición (no entraremos en debates sobre el dualismo o el monismo material) si al menos en su función. Ningún otro ser viviente puede tener ni siquiera lenguaje: la máxima aspiración en el resto de los animales es un código de señales que aún siendo más eficaz no es igual de sofisticado que el lenguaje humano pues la univocidad no es característica humana sino precisamente la ambigüedad que se nos muestra en el lenguaje. Esta ambigüedad nos permite, entre otras cosas, ser artistas: escribir poesía, pintar...
El caso es que como decía hace poco escuché en un debate sobre Inteligencia Artificial (IA) algo que realmente me convenció como definitorio de la inteligencia humana. Últimamente hemos podido ver como la IA ha avanzado en la investigación por unos derroteros muy diferentes de los de antaño: del formalismo cognitivo que buscaba crear “cajas de conocimientos” se ha pasado al modelo cognitivo arraigado que pretende “hacer vivir los conocimientos”. Esta línea de investigación levanta grandes expectativas y seguramente pueda llegar lejos aunque de momento no sabemos hasta donde exactamente. Comportarse como un animal o como un niño muy pequeño no es definitorio aún de inteligencia humana. Por tanto, lo lógico es que las dudas asalten y nos preguntemos, ¿que define realmente a la inteligencia humana?
La inteligencia humana es creativa, es inventiva, es espontánea y, sobretodo, es libre.
Muchos síntomas de inteligencia humana no son otra cosa que la prolongación de instintos animales: temer al fuego o a los depredadores y protegerse consecuentemente de ellos, por ejemplo. No obstante, hay síntomas de esta inteligencia que no los podemos derivar simplemente de una evolución del instinto animal: la conciencia del ser humano ha hecho que no solo pueda tener miedo a las cosas determinadas, el ser humano tiene miedo al propio temor, los humanos tenemos miedo al miedo.
"Nadie puede verse libre de un vicio si no lo conoce" Pedro Abelardo
lunes, 19 de mayo de 2008
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2 comentarios:
Tenemos miedo al miedo porque sabemos que es el miedo el que se hace sentir como tal en nuestra conciencia. Del mismo modo, nos alegra la alegría, nos complace el placer, etc. Hemos conceptualizado las sensaciones, dando un nombre al estado que conllevan. Un animal sentirá miedo en un momento dado, pero jamás pensará temerá anticipadamente. Vamos, que estoy de acuerdo contigo XD
PD: He borrado mi anterior mensaje porque decía mi nombre, y no me gusta dar mi identidad por internet :P ¡Ta mañana!
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